miércoles, 11 de septiembre de 2013



Sin pensar

Lluvia deshojada , lagrimas huérfanas de ojos propios que empapan mi cuerpo.
Ojos que miran hacia arriba, suicidas en busca de esa gota asesina.
Llueve, el cielo de luto asiste en silencio a este entierro prematuro de un Sol sin vestidos de nubes.
Y así, como avergonzados tapamos nuestros cuerpos. Acompañamiento necesario, flores de obligado cumplimiento ante la defunción solemne, acaso prematura, acaso necesaria de ese sueño llamado verano.
Volvemos a vestir mortecina-mente, para volver a esa rutina cotidiana del día a día.
Comiendo las morrallas de las desgracias cotidianas que si acaso antes existieron igual, nos protegíamos de ellas detrás de unas gafas oscuras y un moreno para que ni nuestra piel sintiera, los crudos zarpazos de esa realidad cotidiana.
El pobre seguirá con su oficio de pobre, el parado volverá a su desespero cotidiano, sintiéndose cada día un poco mas triste, un poco mas inútil.
El vestido prestado del verano se le ira cayendo a cachos, sin repunte de hilo y aguja que lo arregle. Así sera. Y si acaso no con la cabeza alzada orgulloso de él, si es cierto que seguirá buscando ese rayo de sol efímero llamado esperanza.mas no nos mintamos, no es una cuestión de valentía. Es mas sencillo; no le toco otro camino en esa lotería.
Y los que trabajamos, hablaremos mientras nos frotamos las manos notando ese frío latente que parece traspasar cada una de las capas que nos protegen. De nuestra boca saldrá la palabra compasiva, la solidaridad callada. Mas no pensaremos ni hablaremos de nuestro miedo a ser parte de esa legión de parados. Temeremos mas que al propio infierno la simple idea de creer en la posibilidad de ser uno más de los que engrosan esa lista de zombis en busca de un sustento.
El miedo, ese miedo que cada día es más fuerte, nos hace instintivamente apartarnos de ellos pues, como la lepra, creemos que pueden ser contagiosos. Hoy, somos una élite aquellos que trabajamos y sin querer, casi por instinto, nos volvemos más serviles, más esclavos. Ya no es cuestión de derechos, no; eso paso. Inconscientemente agradecemos como un favor el no formar parte de esa legión de parados. Y sí, también necesitamos pensar en ese verano ¡¡lo necesitamos!! Necesitamos poder dejar los miedos aparcados en casa aunque en realidad, sin confesarlo a nadie, tememos que al volver, seamos uno más de la lista, un numero más que cambia simplemente de casilla.

Por eso, esta lluvia que empapa mi cara, mi ropa, mi alma, me hace sonreír; yo no cambié de casilla.

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