viernes, 7 de diciembre de 2012


Las mujeres q nunca existieron

En realidad esas mujeres existen, de eso estoy seguro. Son mujeres aparentemente normales y corrientes pero no, no lo son. Esas mujeres tienen el don cuando las conoces de hacer posible lo imposible, como grandes magos realizan cosas que uno pese a lo vivido, en frío o cuando es capaz de pararse cinco minutos a pensar, es incapaz de encontrarle la lógica. Son mujeres en fin, que son capaces de hacerte caminar por un puente grande y seguro sobre un caudaloso rio que cuando abres los ojos un día, resulta que no había ni puente ni rio, ahí la grandeza de conocer a esas mujeres.
Uno piensa que la edad, la experiencia le hace inmunes a ese tipo de mujeres, craso error, precisamente esa experiencia y edad, son las cosas que te hacen mas atractiva esa aventura y ahí tu perdición, pues aunque eres muy consciente al comenzar esa relación y tu mente aun limpia y pura y sobre todo, muy segura de si misma. No es consciente (y si lo es peor)  que tienes menos posibilidades de  que salga tal como imaginas,  que te toque la primitiva. Te lanzas decidido, aparcando los peros y temores al fracaso. En el fondo, llega un momento en la vida, cuando crees claramente que pocas cosas te pueden sorprender, que ante la llegada de esa mujer, te atreves osadamente  como el soldado en busca de las trincheras del enemigo, a pecho descubierto, el miedo al fracaso se atenúa ante la falsa seguridad de tus caminos ya recorridos.
Ellas, son mujeres maravillosas, mujeres que te devuelven a tu época infantil, aquella en que te decían la noche de reyes que te acostaras y durmieras o estos no vendrían a traerte los regalos y tu, temeroso de que eso fuese cierto, ibas raudo y veloz a esconderte entre las sabanas, tienen ese don inexplicable. 
¿Cómo lo explicaría yo? Realmente no es tan fácil creerme  es como tratar de explicar y justificar con un sentimiento de culpabilidad cosas que la pura lógica desmontaría en un plis plas, realmente difícil.
Por poner un ejemplo, es como si te invitan a una fiesta con mucha gente haciéndote sentir el preferido de esa fiesta y tu, todo orgulloso, inflas el pecho como un pavo y sin saber porque, al final te ves haciendo de pincha discos mientras el resto se divierten y tu, con cara de circunstancias, sigues poniendo los discos sin enterarte de nada y sin ser participe, algo así, no se explicarlo mejor pero, los que pasasteis por ello ya me entendéis.
Y sobre todo, jamás, jamás se te ocurra protestar (aunque sea en voz baja) o pedir aclaraciones, seguramente te encontraras con esa mirada por encima del hombro que mas o menos te dice “me estas decepcionando” y tu, vuelves a callar sin seguir entendiendo nada sinceramente pero, asomando en ti, el aroma de sentirte un poco culpable de una situación que no entiendes pero, que quizás sea culpa tuya ¡¡peligro, peligro!!! Ahí es cuando te empiezas a dar cuenta que vas totalmente ciego y sin lazarillo por un camino tortuoso.
Hace unos días, comí, por cierto en un magnifico japonés con una buena amiga y a media comida, le hice la pregunta pertinente ¿conoces a las mujeres que nunca existieron? Una somera explicación por mi parte de a que me refería y una risa cantarina dio paso a una rotunda afirmación.
“existen y tanto que existen pero, tanto hombres como mujeres, yo lo viví en mis carnes y me volví totalmente dependiente de esa persona, me implico en sus problemas, me hizo sentir la persona mas importante del mundo, su única ayuda para a continuación, marginarme y solo dejarme en una esquina de sus problemas,  con toda la implicación que eso lleva a nivel de desestabilizarte y volverte dependiente de esa persona”
Durante unos minutos seguimos comiendo en silencio ¿Te enamoraste? Fue su única pregunta.
¡¡¡Como un loco!!! Dije mientras reía y volvía a poner carne en la brasa de la mesa, me sonrió, no dijo nada mas y no volvimos a hablar de ese tema.
Al volver a casa iba sonriendo como un niño chico. Me sentía tranquilo, sabía que seguiría enamorado de una de esas mujeres que nunca existieron. Que un día sin más explicación, desaparecen y te dejan con los calzones bajados (quien utilice ojo) y sin ningún tipo de explicación. Son así no lo pueden evitar. Se embarcan para salir de la oscuridad a pecho descubierto, deseosas, ansiosas por ser felices y logran hacerte vivir el mismo sueño, con la misma intensidad, hasta que un día…simplemente se arrepienten y dejan la carrera mientras tu, con la lengua fuera sigues corriendo hasta que parándote un momento, ves que no hay nadie, que hasta los espectadores de las gradas se fueron y encima el de mantenimiento del estadio, cerro las luces y se fue a comer el bocadillo.
¿En el fondo que te queda?
Quizás te gustaría protestar, notas una cierta culpabilidad por haber dejado de correr en esa pista (quizás después del bocadillo, volviera el de mantenimiento, encendiera las luces del estadio y la carrera prosiguiera y solo faltaras tu, menudo ridículo)
Pero hay que ser realista (el estadio tampoco existe, fue todo cosa de tu imaginación) y te quedas con lo vivido. Mientras escribo, suena una canción de sabina “diecinueve días y quinientas noches” y me hace sonreír, porque me resultara familiar?
Y aun con todo eso, sigo sonriendo al recordarla. Lo dicho, son especialmente maravillosas las mujeres que nunca existieron.

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