Sheila
Te gustaba
que te llamara niña cuando me refería a ti. Supongo que en el fondo, te devolvía
a esa infancia que nunca tuviste y volvías a sentirte esa niña que nunca te
dejaron ser.
Recuerdo con
una sonrisa, esas primeras veces que te asomabas por el canal, ese canal de temática
BDSM en el cual, éramos cuatro y el cabo, no nos vamos a mentir pero, eso sí,
de buena gente, Carmen, Creiza, Paco, Reme y yo. Entrabas y salías, con esa
mala leche criada durante tiempo. Ese mal humor de tener que estar siempre a la
defensiva, lo sabíamos, te dejamos entrar y salir con esa ansia de querer
encontrar gente con la que sentirte en paz, siendo tu misma con las defensas
bajadas.
Y así, sin
que nadie te fuera dando prisas fuiste acomodándote, sintiendo que no tenías
que defenderte de nada, con gente que tampoco te pedía nada ni te provocaba con
razón o sin ella, daba igual, solo había risas y un rato tranquilo, quizás no
gran cosa pero, para ti era un tesoro en un mundo donde como tu decías, nunca
supiste sonreír.
Poco a poco,
durante meses y luego años, sin habernos visto en persona nunca, te fuimos
sintiendo cada uno de nosotros y cada uno a su manera, muy cerca de nosotros. Tú
por tú parte te fuiste abriendo, haciéndonos partícipes de una vida terrible, donde
la desgracia que no le deseas ni a tu peor enemigo eran costumbre en ti. Te privaron
de una infancia una madre, a la cual le sobraste, ya sabes, llegaste
inoportunamente, esas cosas pasan y terminaste en un centro para niños tan
abandonados como tú, mal principio para creer en algo.
Recuerdo,
que pocos días antes de morir te pregunté si tenías algún recuerdo feliz de tu
infancia, tratando estúpidamente de hacerte recordar algo bonito. Pasaron unos
minutos de silencio antes de contestarme y me dijiste que si…me contaste la
historia de esa pareja q vino para ver si te adoptaba y te llevaron ese fin de
semana a su casa, una habitación grande y llena de muñecos, uno de los cuales
te regalaron y me remarcas que aún lo guardas, me lo dijiste sonriendo. Volvieron
a llevarte el siguiente fin de semana prometiendo que volverían al siguiente y tú,
cada fin de semana te arreglaste y te sentabas en la sala de espera todo esos
fines de semana esperándolos, sin moverte, no fueran a aparecer hasta que al
cabo de unos meses, te convenciste de que no iban a volver. Me lo decías
resignada, sin rabia, sin resentimientos, simplemente no se decidieron por ti y
como un rasgo de esperanza, guardaste ese peluche toda la vida.
Se me encogía
el corazón escuchándote pero no, no sentía pena por ti, no, pena jamás, odiaste
toda tu vida que alguien tuviera pena por ti y yo, no la iba a tener, es lo mínimo
que te debía conociéndote.
Y un día,
con trece años, cuando la vida empieza a despertarnos, a enseñarnos ese cambio,
donde aún conservamos esa inocencia, a ti te la robaron tres indeseables día
tras día hasta que se cansaron y simplemente dejaron un ángel lleno de barro en
la cuneta. Seguramente ese día, supiste que la vida, no te iba a deparar nada
mejor, que tu vida solo pasearía por arrabales y caminos equivocados.
¡Hay niña! Era
duro escucharte, no contabas un mal paso, contabas un mundo de negros donde, en
ocasiones aparecía el sol solo para ilusionarte y que la caída fuera aún más
fuerte. A los dieciséis te escapaste y por primera vez, te sentiste libre, sin
nada pero libre. Quizás, en un último intento de volver a esa infancia, fuiste
en busca de tu madre, me asegurabas que solo querías un porque, nada más, solo
entenderlo. No te dejo pasar de la puesta, tú eras historia pasada ahora era
feliz y tú, solo formabas parte de un pasado el cual, no tenía cabida en su
presente y así, con esa explicación volviste al único lugar que te abrió las
puertas, la calle.
Tú, no
estabas dispuesta a que tu hijo pasara hambre y si, te prostituiste ¿Quién será
el miserable que te culpe por ello? Yo sería incapaz, se de las cornadas que da
la vida y lo fácil que es hundirse en sus ciénagas. Demasiado joven para saber
lo que es correcto y no en esa carrera ciega y la Ketamina tomo su precio con
los años en tu cuerpo.
Durante
meses fue una rutina hablarnos día tras día sin faltar uno, había algo familiar
en tu tristeza, en tu falta de alegría ¿recuerdas? Yo cada día te hacia sonreír
un instante sin faltar uno, tú me pedias disculpas tan rápidamente como esa
risa nacía en ti, al principio te preguntaba porque me las pedias y tú, bajando
la voz me decías que era por si me molestaba, que no estabas acostumbrada a reír
¿Cuánto tuviste que llegar a sufrir para decir eso? Y así, día a día fueron
pasando los meses y el mal, tomando tu
cuerpo por asalto, destrozándolo cada día un poco más hasta relegarte a la
cama. Tu voz, cada día era más débil.
Te adelantaron
esa operación de corazón por tu debilidad, cada día mayor en ti. El día
anterior a que te ingresaras, hablamos por última vez, tenías miedo, mucho
miedo y yo, en vanos intentos te decía que aún me debías un par de cerveza, que
ni se te ocurriera morirte sin invitarme. Vanos intentos para que rieras, ese día
no lo hiciste y si en cambio, me revelaste tu mayor secreto, que me amabas.
Te escuche decírmelo
sintiéndome terriblemente triste pues yo, hace años que huyo de mi cualquier
sentimiento de amor, se lo dijiste pequeña niña
a un corazón seco, pero sonreí, sonreí mientras te decía que me sentía
terriblemente orgulloso de que sintieras eso por mí. Y sabes? Era verdad, me sentía
orgulloso aunque yo, no pudiera responderte con la misma moneda, me alegraba
que tú, aun estando como estabas, pudieras sentir de esa manera.
Dos días más
tarde, como me habías prometido si tú no podías llamar, recibí la llamada de
una amiga tuya. Hubo complicaciones en la operación y tú, no pudiste superarlas
con veinte seis años.
Solo espero
niña, que si hay otra vida, te de todo lo que esta te negó, por mi parte, solo
puedo sentir orgullo de haberte conocido y la lección más importante que me
diste cuando pienso en lo dura que es la vida y te vi a ti, luchar como lo
hiciste desde pequeña. No tengo excusa para no luchar.
Descansa en
paz
2 comentarios:
Hola. Llego aquí atravez del blog de Spirit.
Aveces la vida es así. Lo importante es que el amor pudo brillar en esa alma. Lástima que se fue tan pronto. Aunque su recuerdo en tu corazón será para siempre.
Y puedo decirle que, atravez de los años aún va a apreciar cada día más a esa personita que hoy ya no esta en este mundo. Saludos
te agradezco tus palabras pues bien cierto es que el tiempo, nos deja las sonrisas de esa persona como recuerdo
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