martes, 17 de mayo de 2011

Apuesta




Hoy me aposté algo con el destino y…gane.


El me mostró un bello amanecer sobre las aguas cristalinas del Mediterráneo y yo…le mostré tus ojos cuando ese mismo amanecer hace abrir los parpados como ventanas al cielo, como iluminan el momento, como el lago de tu blancura de fondo hace resaltar aun mas esos iris, nacidos de un arco iris mas espectacular que aquel que esconde en su final, los tesoros del mundo con los cuales soñé yo de pequeño en la soledad de mi habitación.


Me frunció el ceño el destino y sin decir palabra me sonrió, me dio por ganada la primera batalla después de asomarse escondido en un soplo de aire por esa rendija de tu ventana que aliviaba los primeros calores de la mañana. ¿Sabes? En ese momento sentí envidia del destino que tanto pudo acercarse a ti, amada mía.


Mas no cejo en su empeño y llevándome en las alas de una mariposa me acercó a la grandiosidad de las montañas. Volamos entre cañadas y desfiladeros, oímos al viento gritar furioso al pasar entre sus brazos lazados entre peñas. Sentí la belleza, acaricie las cumbres heladas y la oscuridad de las simas mas profundas en un baile de colores y olores.


Y sobre una roca me dejo descansar mientras el, sonriendo cabalgaba una nube de hermosa blancura, callaba mirándome y esperando mi rendición ante tal belleza.


Le mire, mire y mis ojos se llenaron de todo aquello y bajando la cabeza llore. Llegando hasta mi lado su brazo se poso sobre mi, quizás entendiendo el dolor de esa victoria comprensivo, afable en mi derrota.


¿Sabes? Dije volviéndole a mirar, ciertamente es bello y arrebatadoramente doloroso a los sentidos tanta belleza mas…¿ como puedo explicarte el mundo que se abre cuando su boca hace un simple rictus y la sonrisa del mundo parece nacer en ella? ¿Cómo te explico que el mundo deja de ser gris y los colores estallan con una fuerza impensable? ¿Cómo te explico que la barrera de sus blancos dientes es una muralla inexpugnable para el dolor? No amigo mío, no puedo explicártelo.


Ves tu que puedes, vuela raudo en el aire que respira, acaricia esos labios carnosos que no son montañas frías, acaso los pueda comparar con el calor que da la paz.


Ves, camina haciendo la senda de su sonrisa en silencio y quizás entonces entiendas mis lágrimas, mi impotencia por describir la sonrisa de mi amada.


Me miro sin decirme palabra mientras parecía marchar a donde los humanos tenemos vedado, al cabo de unos instantes volvió, pasaron segundos o quizás años ¿Quién sabe? Quizás el si. Yo fui incapaz mirándole a los ojos.


En su mirada vi toda la pena del mundo, quizás por no poder ser el hombre en esos momentos y no simplemente el destino, me paso una mano sobre la cabeza antes de marcharse y juraría que ví una lagrima desprendiéndose para perderse en la tierra mientras se alejaba y a mi… me dejo la soledad como compañía.




AMO.

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