martes, 29 de noviembre de 2016




Sombras en la puerta

Ayer, entre vapores etílicos de una noche de tristeza, un vagabundo, sin posesión alguna pero, como me gritó, dueño de su libertad. Lástima de hermosa palabra, incluso durante unos instantes le creí. Pero sus ojos, solo eran la puerta de la derrota, anunciada a gritos.
Aparté mi mirada, pues esos ojos, solo eran un reflejo donde yo me veía reflejado en esos instantes. El fracaso llegado sin anuncios ni palabras, ese que acaricia el alma con mano negra, como seda de espinos.
Antes de irme me agarro del brazo y mirándome con ojos llenos de rabia e impotencia me dijo sin soltarme “nunca hagas caso a las lágrimas cobardes que salen de los ojos huyendo como cobardes,  solo teme cuando tus lagrimas lloren para dentro porque esas no tienen consuelo”
¿Cuánto hacia que esas lagrimas corroían mi alma?
A nadie se lo conté, con nadie compartí esas lágrimas de veneno, de amargo sabor en boca, de  soledad infinita en el bullir de la vida. Sonrisas que ni entiendes ni compartes y no puedes evitar sentir tu rareza.
Las noches son largas y huyes del sueño con el miedo corroyendo la esperanza ¿esperanza? Llamémosla así a la cobardía, tantos nombres para un mismo camino.
Soy un cobarde valiente ante mí, ante mí sin salida en ese mundo donde parece que viven todos y yo, parezco torpe en encontrar esa puerta.
Tu estarás mejor mi querida niña, guardaras el recuerdo aun tierno y dulce de un padre que se arreglaba, se duchaba y con la mejor de sus sonrisas, gastaba en ti en esos fines de semana alternos, el dinero superfluo que no tenía, ese que no recibiría el dueño de casa donde, rodeado de recuerdos inútiles de una vida pasada, almaceno aun para sentirme vivo. Hay mi niña, bien vale todo por esa sonrisa y ese pequeño abrazo que me das cuando te dejo en la puerta de tu madre.
Tus cinco hermosas primaveras solo guardaran muy dentro de ti, un recuerdo agradable que te hará sonreír cuando alguna vez, vuelva a tu mente y por  suerte, mi querida pequeña, no entenderás mi desaparición, te darán mil explicaciones que tu aceptaras y seguirás viviendo que es lo que más deseo. No, no deseo que veas a tu padre caminar por ese camino sin retorno, esa degradación que día a día como lazarillo me va llevando a esa degradación de esa persona que fui. No mi niña, no guardaras ese recuerdo de mi ni la dejare en tu mochila.
Hoy te llevé a pasear por el puerto, te enseñé los barcos, tú sonreías ilusionada y yo, por primera vez en mucho tiempo me sentía en paz, esa paz que da el haber tomado una decisión sin miedo. Te llevare a casa de tu madre al finalizar el día, pero te juro, que disfrutare cada segundo contigo como si fuera el ultimo de mi vida.
No escribiré cartas justificándome de nada, viví ¿Qué más puedo pedir?  
Guárdame en tu corazón que yo, te llevare en el alma mi niña.

1 comentario:

aliba-va dijo...

Gustazo leerte otra vez!! 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😀