Bésame
Bésame como
si no me quisieras pero, bésame.
Descúbreme
el dulzor de la noche escondida en tus parpados cuando los cierras,
descúbremelo sin decírmelo pero, no me dejes morir en esa ignorancia.
Y así, así
cada noche te reclamo a gritos silenciosos mientras me envuelvo en ellos, para
que la tumba de sabanas frías que dejaste, me amortajen en las húmedas noches
de agosto.
Escúchame rogarte
sin palabras que rompan este silencio.
Escúchame
aunque tus oídos solo escuchen palabras de otra boca.
Escúchame…aunque
no me oigas.
El silencio cómplice,
que ni me da la razón ni me la quita, pero ahí está, como última compañía. Pobre
del hombre que solo se alimenta de sombras más, ¿acaso ellas no comparten también
mi tristeza? ¿Acaso su vestido de ceniza no se lo pusimos nosotros desvistiéndola
del ropaje floreado? No puedo pedirle otra cosa que arrastre sus pies, en este
campo tan yermo.
Seguramente
unos labios carnosos, húmedos de esperanza, vendrán a devolver la vida a este árbol
torcido que a duras penas florece. Vendrán ¡tienen que venir! Pues si no creyera
en ello, ni tan siquiera estas lagrimas
que hoy derramo tendrían valor alguno.
Pues llorando
creo.
Pues llorando
sigo vivo.
Pues llorando…aún
tengo esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario